Haciendo camino en un mundo de hombres.
Más de cien rutas distintas circulan todos los días en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. A veces el excesivo tránsito vehicular nos hace olvidar cosas fundamentales del entorno, como el que los colectiveros de los que tanto nos quejamos también son personas con una vida propia, problemas laborales y sentimientos. En otras ocasiones ni siquiera nos percatamos de esas personas que con su esfuerzo diario ayudan a mantener esta ciudad en movimiento. De entre esas personas hay una minoría, que a pesar de destacar por su particularidad muchas veces su trabajo no es reconocido por la sociedad. En esta ocasión tuve la oportunidad de conocer de cerca a una de estas admirables personas, una mujer al volante.
Luz Patricia Ruiz Sánchez es una mujer de 43 años de edad que lleva ya varios años como chofer de colectivos en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. Al ser madre de un hijo de 16 años, la necesidad y la oportunidad la llevaron a probar suerte en este medio tan cerrado y competitivo.
Aquí llevo exactamente, en la ruta 3, cinco meses. Pero anteriormente llevaba yo cinco años en otra ruta, en la 123. Son rutas movidas. Y pues los compañeros a todo dar, ahora sí que no tengo ningún problema con ellos, son bien a todo dar o como digo yo “chévere”.
Ante la postura de sus allegados y de la sociedad misma, sobre una mujer conductora de transporte público ella tiene buenas experiencias. La necesidad de mantener a su hijo adolescente la puso en ese camino pero le ha dejado un buen sabor de boca.
Mi hijo está contento, él estudia la prepa y trabaja. Y como dice él hay que salir adelante. En la casa vivimos mi hijo, mi mamá y yo. Sólo los tres. Con los patrones de repente si hay algún que otro roce pero como todo mundo. Se la lleva uno tranquilo. Pues sí con todos los compañeros nos llevamos bien. Los pasajeros son muy amables, y uno no es grosera pues, siempre con amabilidad. Sí tengo mucha amistad.
Ya antes había estado trabajando como proveedora, y trabajé en la ruta 8 también, la que va a Miravalle. En total ya llevo 8 años. Para comenzar a trabajar sólo me pidieron mi licencia de manejo y pues un señor de la ruta 20 que me dio la oportunidad Don Jaime, o bueno lo que antes era la ruta 20.
En cuanto a si alguna vez trabajó en la famosa ruta 64 que hace algunos años se abrió especialmente para conductoras nos comentó que sí se le presentó la oportunidad pero que la rechazó porque “eran tremendas las muchachas, pero de ahí todo tranquilo con los compañeros”.
Comienzo a trabajar a las seis de la mañana y hasta las ocho, todo el día. Aquí sí, en otras rutas es diferente horario, depende de la ruta. Ahorita andaba viendo el periódico por mi “cachito” ahí me saqué un premio. Cuatrocientos pesitos que nadie te regala, por la terminación 5, es el cumpleaños de mi hijo y me dio suerte. Sí, está muy difícil. Para sobrevivir pues sí queda. Ahí la va pasando uno del diario, como del diario se trabaja, así se la lleva uno.
Es así como transcurre la vida de una de estas personas que se esfuerza por salir adelante, por sostener una familia y además lucha por su sitio como igual en un mundo todavía dominado por una fuerza de trabajo masculina.